viernes, 8 de septiembre de 2017

La división de la izquierda

            Allí donde un progresista después de nacer trata de abrirse paso entre las distintas ofertas políticas que le ofrece la izquierda: social-liberal, socialdemócrata, izquierda transformadora, anticapitalista, anarquista... debe estar preparado para la división, las luchas internas, los dirigentes desnortados, etc.
            En el interior de todos estos grupos, anida un gen disgregador que multiplica hasta el infinito la división del núcleo. La izquierda española para trocearse en infinitas partículas no precisa del CERN.
            En la izquierda, uno mismo es la medida de todas las cosas, por tanto, nadie es ni más activista, ni más pro justicia social, ni más sensible a la diferencia, ni más feminista, ni más antifascista, ni más pro palestino, ni más castrista o bolivariano o antiestadounidense, ni más puro...que este que así les habla, con lo cual, todos son compañeros de última hora, oportunistas que se han subido a la militancia pero dónde estaban cuando...
            Un izquierdista desconfía más de los propios que de los enemigos o adversarios, combate más a los propios, sus desviaciones, sus errores, su falta de conciencia, su incapacidad para el análisis, que termina agotado en cada Comité Central, desgañitándose tratando de ser escuchado por sobre tanto heterodoxo, disidente o cabeza de chorlito que merece ser expulsado.
          Un izquierdista es alguien siempre presto para la purga. Mientras la derecha acepta a todos los tontos útiles y a todos los compañeros de viaje posibles con tal de alcanzar el poder o mantenerlo, para la izquierda son antes los principios, los valores, la tradición, toda una retahíla en letras de molde que no cumpliría ningún santo ni laico ni pensionista.
          Un líder de izquierdas no se garantiza la confianza absoluta de su grey, avanza entre la absoluta convicción de que, tarde o temprano, terminará decepcionando.
           A veces un izquierdista levita o camina sobre las aguas o trae las tablas de la ley, trucos que no impresionan a nadie. Agota ser de izquierdas, tanta derrota y tanta herida con fuego amigo.
           La izquierda es un terreno baldío abierto al primer charlatán o agrimensor que llegue. Un espacio para edificar al albur de los especuladores y de agentes inmobiliarios sin escrúpulos. Un erial de donde no brota nada por mucha tercera vía que alguien asfalte para transitar por ella. No hay modernización posible, todo es obsolescencia programada. No germina nada, no se siembra y si se siembra no se recoge...
           
                 

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