Ayer, leyendo esta entrevista a Edén Pastora,
http://internacional.elpais.com/internacional/2012/11/16/actualidad/1353088065_191055.html
inmediatamente recordé el magnífico reportaje-entrevista de Jose Guardiola para el programa "En Portada" de TVE.
http://www.youtube.com/watch?v=95iMxFY0b0s
Ambos relatos periodísticos están contados desde el punto de vista del guerrillero, del tipo que, en la ancianidad, no vacila ni se arrepiente de sus actos sangrientos. Si hemos de creer su confesión, él siempre militó entre los puros de la revolución, primero se enfrentó al dictador Somoza que se apoyaba en los EE.UU y después no dudó en empuñar las armas contra Daniel Ortega y el Comité Revolucionario sandinista, ya que, a su juicio, la revolución estaba siendo adulterada.
Sus enemigos, todo el espectro político a derecha e izquierda, le acusaban de traidor, de connivencia con el imperialismo yanqui, de agente de la CIA o de la KGB, de asesino sin escrúpulos movido únicamente por el dinero y el poder...y bajo esos cargos trataron de atentar contra su vida.
Edén Pastora, el Comandante Cero, me resulta un personaje de Arthur Koestler: en ese fanatismo iluminado del que se enfrenta a vida o muerte a fuerzas más poderosas que pueden aniquilarlo y por esa insatisfacción hacia la revolución sandinista como camino a la libertad fallido una vez llegada la conquista del poder.
Pertenezco a una generación en la que el Che Guevara se ha convertido en un producto de mercadotecnia, que asiste a la vejez de Adán Pastora y a su reconciliación con Daniel Ortega o que presenció el auge y la posterior desaparición del Subcomandante Marcos.
Ya no quedan guerrilleros idealistas en latinoamérica, sobrevive únicamente la narcoguerrilla terrorista de las FARC en Colombia. La palabra revolución ya no asusta al capitalismo ni remueve conciencias. Ya no hay dictaduras en el continente, salvo en Cuba y ya nadie inflama a las multitudes denunciando el Imperialismo Yanqui, salvo en Cuba.
