Hoy comienza la negociación entre PP y Ciudadanos.
De la misma
manera en que era juzgado el pacto entre PSOE y Ciudadanos, y dado que se
precisa el concurso de los socialistas para que esas negociaciones no sean
papel mojado, estamos ante un teatrillo, una pérdida de tiempo para los
ciudadanos, una foto, un vodevil... Mariano Rajoy y Albert Rivera, a poco que
el PSOE se mantenga en el no, pueden pasarse hasta el 30 de agosto y más allá aprobando
medidas, incluso disparatadas, ya que esas medidas no servirán de nada.
La posición
de Ciudadanos básicamente es incomprensible, si como partido nuevo ha venido a
ser la muleta de los anteriores, no parece que pueda alzar el vuelo electoral,
por mucho que apele a la responsabilidad, a la altura de miras, al interés de
España y demás zarandajas. El partido se encuentra encerrado entre los
anteriores votantes del PP que observaron con prevención su entrega al PSOE y
los que pueden ver con reparo esta nueva entrega a una derecha corrupta,
autoritaria y sin regenerar. Unas terceras elecciones probablemente condenen a
Albert Rivera todavía más a la irrelevancia, es por esto, que intenta aumentar
la talla de estadista de su líder y otorgarse protagonismo, a pesar de que ya hemos
visto que el PP y Mariano Rajoy han ninguneado las seis condiciones: primero
dando largas con la convocatoria para una semana después de una ejecutiva, y
después borrando el nombre de Bárcenas del acuerdo.
Tanto PP como
Ciudadanos intentarán cocinar un pacto de investidura que se ahorme lo más
posible al PSOE con el fin de ponerle difícil la negativa y que Pedro Sánchez
se encuentre acorralado en todos sus flancos, los exteriores y los interiores
con los ex presidentes y los barones animándole a la abstención y “El País”
cerrando la caldera. El no, en esas
condiciones, debe ser visto como un acto de heroísmo cuando debería ser de
sentido común. Como si fuera difícil
decirle que no al partido con más casos de corrupción de España, el partido de
los recortes, la pobreza, la desigualdad. Un partido que ha aumentado la deuda
pública, saqueado la hucha de las pensiones, acometido una reforma laboral brutal,
utilizado los resortes del Estado para fines propios, que se desempeña con
autoritarismo y dificulta la disidencia con la ley mordaza, eso sin afán de ser
exhaustivo.
Es necesaria
una gran coalición, un gobierno de salvación nacional, pero coaligados contra
el PP, pero que nos salve del PP. En esas, unas terceras elecciones vuelven a
ser el mal menor.
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