lunes, 22 de agosto de 2016

Recapitulemos

         Cada partido construye su propio relato y, a tenor del resultado, no parece que los datos reales importen mucho, más bien, estorban. Más tarde, este relato, tanto de consumo interno como externo, se lanza al mercado de la propaganda ideológica para ser despachado entre las verduras de temporada, el pescado fresco o la serie de moda.
        Para el PP que el resto de formaciones no faciliten la investidura del partido más votado se antoja un sinsentido, es por esto que Mariano Rajoy no cesa de insistir en el disparate de que todavía no sea Presidente del Gobierno. Inexplicable si se tiene en cuenta que, cuantas más elecciones se suceden, más votos cosechan los conservadores y más apoyos pierden los demás. Esta lectura interesada, por ejemplo, olvida los votos que ha perdido el PP desde 2011 y que España no es un régimen presidencialista sino parlamentario.
        Ciudadanos pretende convencernos de que es posible pactar con el PSOE primero y con el PP después y no estar loco y, más difícil todavía, sin que sus votantes perciban que en todo esto hay un engaño oculto. Eso de llegar a un acuerdo con el PSOE en aras del cambio de Gobierno y de la incapacidad de MR para afrontar la crisis o la corrupción y, más adelante, tratar de llegar al mismo acuerdo con el PP en aras de la gobernabilidad, la responsabilidad o el patriotismo es un sinsentido y un disparate, un teatrillo, un vodevil y una pérdida de tiempo, que diría un portavoz del PP. Ahí están Mariano Rajoy y Albert Rivera y sus equipos negociadores alumbrando un pacto con centenares de medidas que, por el momento, y sin el concurso del PSOE son embriones congelados. Cada una de las estipulaciones del pacto es una posibilidad que necesita el aliento vital socialista, así que, mientras PP y C'S negocian, miran con anhelo por encima de la mesa a un punto en el horizonte o esperan a que alguien irrumpa por la puerta y les lleve en brazos a la investidura como Richar Gere al final de Oficial y Caballero.
             Podemos, por su parte, ya perdió su oportunidad apostando por el sorpasso en la izquierda, así que, por mucho que inviten al PSOE a ser valiente, la humillación de "la sonrisa del destino", la invectiva de "las manos manchadas de cal viva" o la forma de vejar a Sánchez nombrándole Ministros, amén del terreno que le han comido en la izquierda, convierte en inviable, por el momento, ese pacto de izquierdas y menos si se precisa el concurso de los independentistas.
              Por lo tanto nos queda el PSOE, el partido de la esquizofrenia. Depende de a quien escojas como portavoz el partido socialista se abstiene, vota que no o negocia con C's o negocia con Podemos y los nacionalistas o negocia con C's y Podemos. Este guirigay no es la mejor manera para encarar unas elecciones. Si el PSOE se pone de acuerdo consigo mismo y con la realidad es probable que triunfe en este combate.
           Es complicado dilucidar qué lógica se impondrá, es mucho suponer que de toda esta maraña pueda extraerse una cierta racionalidad, (no descartemos que la intención sea esa, confundirnos), yo apuesto a que MR va a experimentar una investidura fallida, lo que no implica una nueva repetición de elecciones.

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